Seguro que te suena “la regla de los 3 segundos”.
Seguro que te suena “no escales hasta que ella te haya dado 3 señales de interés”.
Seguro que te suena “no la invites a una copa”.
O puede que no te suenen de nada… Pero estas tres máximas se acuñaron en los primeros Best-sellers sobre seducción, y tienen un sentido.
Pero no son leyes físicas universales.
Por ejemplo, yo llevo mucho tiempo transgrediendo la regla de los 3 segundos. ¿Para qué voy a tirarme como un loco a por una chica nada más verla si dándome 20 segundos, o 3 minutos, podré observar mejor lo que está haciendo, con quién está y su actitud?
Pero cuando los gurús norteamericanos hablaban de esta regla, se dirigían a novatos, a chicos sin experiencia y con mucho miedo a dirigirse a una mujer.
Por supuesto, si tu problema es que te paralizas, que le das vueltas pero no actúas, la “regla de los 3 segundos” tiene mucho sentido. Te pone en acción, evita que la ansiedad se apodere de ti, y aunque no hagas tu mejor actuación, al menos te da la oportunidad de iniciar conversaciones para practicar y obtener feedback.
El problema surge cuando los novatos aprenden de libros que malinterpretan, o peor aún, aprenden de otro novato que va de “experto” (Tik Tok está lleno); y se produce el desastre.
Recientemente me han contado varios desastres, relacionados con otro principio mal aplicado.
Y para que a ti no te suceda, te comparto mi análisis sobre este tema en un nuevo vídeo.
Tal vez de entrada parezca superficial, pero trata de:
1. La psicología de la atracción.
2. La atracción del status.
3. Intentarlo demasiado (y su hermano tímido, el que oculta sus virtudes).
Porque -por extraño que parezca- este error tiene dos caras: el exceso y el defecto.
Ir de “millonario” suele fracasar cuando no es genuino, porque hay pequeños detalles en el comportamiento de las personas con estatus, que un mero imitador difícilmente sabrá replicar.
Además, como no seas el estafador de Tinder, te saldrá muy caro tratar de impresionar a una chica por encima de tus posibilidades (no lo recomiendo en ningún caso).
Pero he visto más veces el caso contrario: hombres con posiciones sociales y económicas elevadas que ocultan su estatus por inseguridad. A veces creen no merecer su éxito, otras veces sienten miedo de atraer “gold diggers”… pero en cualquier caso, es muy mal negocio ser propietario de una cadena hotelera con cientos de empleados en todo el mundo y decir “trabajo de administrativo de un hotel”.
Resulta tan absurdo como si una mujer preciosa se rapara el pelo al cero y usara unas gafas horribles “para que me quieran por mi personalidad”.
Por tanto, no caigas en el error que cuento en este vídeo (ni al conocer a alguien, ni en una cita) pero tampoco te ocultes por miedo a dejarte conocer.